viernes, 12 de marzo de 2010

EL CUENTO



¿Dónde?
En el parque al lado de La Escuela.
¿Quiénes?
Alejandra y Marcos, 4 años. Eduardo, 37 años.
¿Haciendo qué?
Los de 4 años montados en sendos columpios y el de 37 años empujándoles
¿Por qué?
Porque otro papá llamado David cuenta a los niños historias inventadas mientras les empuja en el columpio.

Pero como mi imaginación es limitada y llena de convencionalismos adultos, decidí que sería más divertido que los niños crearan su propia historia, que a continuación reproduzco, incluyendo mis preguntas y sus risas:

Yo- Vamos a ver, ¿cómo empieza la historia?

Ellos -Estaba amaneciendo

Y- Y qué más

E- Luego anochecía.

Y- O sea, que amanecía y anochecía a la vez.

E- Sí y había una tormenta muy fuerte, con rayos.

E- Que tiraba los árboles que no tenían raíces

E-Y que contaban sus años con los anillos.

Y- Muy bien, efectivamente los años de los árboles se cuentan con los anillos que se forman en el interior del tronco. Y nosotros ¿dónde estábamos?

E- Estábamos en un avión

Y- ¿Pero tenía gasolina?

E-Si la habíamos echado gasolina en el Carrefour.

Y- ¡Ah, fenómeno!. Claro, en el Carrefour la gasolina es más barata. Así que estábamos en un avión lleno de gasolina y ¿qué hicimos?

E- No, era un cohete y volamos al espacio.

Y- Vale de acuerdo un cohete y ¿dónde fuimos?

E- Fuimos a un país

Y- ¿Un país en el espacio?

E- Sí un país en Marte.

Y- De acuerdo, llegamos con el cohete, lleno de gasolina del carrefour a un país en Marte, y allí ¿qué más pasó?

E- Nos encontramos a un marciano.

E- Sí y le cayó una pera en la cabeza. ¡¡¡ ja, ja ,ja ,ja !!!

Y- ¿Un marciano que le cae una pera en la cabeza?

E-Sí y se tiró un pedo, ¡¡¡JA, JA, JA, JA!!!

Y- O sea, que al marciano le cayó una pera en la cabeza y se tiró un pedo.

E- También vimos otro marciano. Y le cayó una manzana

E-Y se cagó. ¡¡¡ JA, JA, JA, JA, JA !!!

E- Y tenían un primo que se tiró un pedo y se cagó y se hizo pis a la vez ¡¡¡ JA, JA, JA, JA, JA !!!

Y- ¡¡¡ Eran unos marcianos cagones !!!

E- ¡¡¡ JA, JA, JA, JA !!!

Y- Bueno, chicos, ya nos os empujo más. Alex, cuando te pares, te bajas que nos vamos a casita.

lunes, 8 de marzo de 2010

IT'S NOT MY TIME

Asustado. Me encuentro bien, pero asustado. Por una vez y sin que sirva de precedente empiezo la historia por el final.

Shock anafiláctico revertido, hipersensibilidad por amoxicilina, es el diagnóstico del servicio de urgencias del Hospital de Arganda.

Todo empezó el viernes pasado, acudí al médico de familia porque me dolía la garganta y la notaba inflamada. La doctora vio que tenía las amigdalas inflamadas y que tenía placas en la garganta, con lo que me recetó ibuprofeno y amoxicilina. ¿Alguna alergia conocida? Hasta ahora ninguna.

El sábado por la tarde me desperté de la siesta porque me picaba muchísimo la cabeza. Enseguida el picor se desplazó al resto del cuerpo. Me vestí y acudí al centro de salud de Rivas. Allí me tomarón los datos y enseguida entré en la consulta del médico de urgencias. Tenía el cuerpo lleno de habones y rochas, con un picor indescriptible. En un momento dado empecé a asustarme, respirar rápido con cierta dificultad, las manos se me llenaron de granos y habones, los labos se me incharon y una sensación de irme. Me llevó la doctora junto con un enfermero dentro y casi no podía ni andar, me caía, no me sostenían las piernas, me subieron a la camilla. Todo el servicio médico alrededor de mi, igualito que en las seríes de televisión, lo jodido era que yo estaba de protagonista. Tensión arterial 7.5/4.5, inyección de adrenalina, urbansón y ploaramine. Poco a poco fui recuperando la tensión normal, y empecé a enterarme de todo.

"Has sufrido un shock anafiláctico, vamos a llevarte al Hospital de Arganda, tenemos que avisar a tu familia. " El término de shock anafiláctico lo había leído hace poco cuando estuve en la consulta del urólogo para hacerme una vasectomía, que por ahora dejo aparcada. Ahora que tengo delante el consentimiento informado de la vasectomía y que en riesgos generales dice textualmente "reacciones alérgicas al anestésico local, que pueden llegar a producir shock anafiláctico, situación muy grave que puede desembocar en la muerte"
"Por favor, déjeme a mi llamar a mi mujer para que esté algo más tranquila". Así lo hicimos, aunque también el médico habló con mi esposa porque a mi me costaba trabajo hablar con los labios inchados.

Vino la ambulancia y el traslado fue tranquilo porque había recuperado la tensión y las ronchas iban poco a poco desapareciendo.

Entrada en el hospital, "¿qué nos traeis?; un shock anafiláctico; que bien que majos sois siempre traeis cosas buenas." Joder como en la tele, pero era real y yo el prota de la camilla.

El médico de urgencias, un cachondo, "estás bastante bien, te daremos un poco más de veneno y para casa". Leyendo el informe del centro de salud de Rivas "joder macho, les tuviste que dejar aconjonados a los del centro de salud" "sí, creo que sí, hubo suerte que estaba la unidad del SUMMA allí que fueron los que me han traído" "esos están más acostumbrados, pero te llega a pasar en casa y dejas de pagar hacienda"

Una analítica, unas horas en observación y para casa. El médico, un cachondo, "tomáte esta medicación al pie de la letra para no volver a verte aquí y tu sabrás a qué trato has llegado, es como el anunció de George Clooney"

Ahora alergólogo para confirmar exáctamente a qué coño soy alérgico y mientras tanto, me mantendré alejado de antibióticos betalactámicos y cefalosporinas.

lunes, 1 de marzo de 2010

EL BUSCADOR


Ya estoy de vuelta. Ha costado trabajo, pero la tecnología ha llegado a casa y de ahora en adelante podré actualizar este blog.

Y para empezar nada mejor que este cuento. Os recomiendo su lectura. Ya me contaréis.
Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador. Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco es alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día nuestro Buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó Kammir a lo lejos, pero un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. Estaba rodeaba por completo por una especie de valla pequeña de madera lustrada, y una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.

El Buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como por azar entre los árboles. Dejó que sus ojos, que eran los de un buscador, pasearan por el lugar... y quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción. “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, y sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar…

Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Al acercarse a leerla, descifró: “Lamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

- No, ningún familiar – dijo el buscador - Pero... ¿qué pasa con este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de niños?

El anciano cuidador sonrió y dijo:

"Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré... Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de entonces, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anote en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado…, a la derecha, cuanto tiempo duró ese gozo. ¿Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana, dos? ¿tres semanas y media? Y después… la emoción del primer beso, ¿cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?

¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo? ¿y el casamiento de los amigos? ¿y el viaje más deseado? ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? ¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones? ¿horas? ¿días?…

Así vamos anotando en la libreta cada momento, cada gozo, cada sentimiento pleno e intenso... y cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ése es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido."

Jorge Bucay