A la orilla de la chimenea
Puedo ponerme cursi y decir
que tus labios me saben igual que los labios
que beso en mis sueños.
Puedo ponerme triste y decir
que me basta con ser tu enemigo, tu todo,
tu esclavo, tu fiebre, tu dueño.
Y si quieres también,
puedo ser tu estación y tu tren,
tu mal y tu bien,
tu pan y tu vino,
tu pecado, tu dios, tu asesino.
O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.
Puedo ponerme humilde y decir
que no soy el mejor
que me falta valor para atarte a mi cama.
Puedo ponerme digno y decir
-"Toma mi dirección, cuando te hartes de amores
baratos de un rato... me llamas".
Y si quieres también
puedo ser tu trapecio y tu red,
tu adiós y tu "ven",
tu manta y tu frío,
tu resaca, tu lunes, tu hastío...
o tal vez ese viento
que te arranca del aburrimiento
y te deja abrazada a una duda
en mitad de la calle y desnuda.
Y si quieres también,
puedo ser tu abogado y tu juez,
tu miedo y tu fe,
tu noche y tu día,
tu rencor, tu por qué, tu agonía...
o tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.
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