martes, 2 de noviembre de 2010

"THE WIRE"

Quiero hablaros de una de las mejores series de la historia de la pequeña pantalla: THE WIRE.

Álvaro Fierro, colaborador de Ruta 66, escribe sobre las razones para amar esta serie imprescindible para explicarse parte de las actuales miserias de la sociedad estadounidense. Y lo hace a partir de un libro que se ha publicado sobre la serie: The Wire. 10 dosis de la mejor serie de la televisión (Errata Naturae).

Casi todo el mundo coincide: los primeros capítulos no enganchan (y eso que las sustancias estupefacientes salen en casi cada plano) y se pierde la paciencia. ¿La misma historia de camellos y policías en los guettos de Baltimore? ¿Baltimore ha dicho usted? ¿Y qué se me ha perdido allí? ¿No hay un lugar un poco más cinematográfico que esta ciudad? Mejor Nueva York o San Francisco, ¿verdad?

Pero hete aquí que es la que mejor conoce su vecino David Simon, ex periodista del Baltimore Sun y su socio, el ex agente de policía y ex maestro Ed Burns. Y la conocen bien porque se la han pateado, han conversado con los yonkis y sus dealers, los estibadores, los profesores, los políticos y los medios de comunicación a cuenta de su oficio durante muchos años. Han visto de primera mano la transformación de la misma, y quien dice transformación, dice decadencia. Y tras una vida dedicada a buscar la noticia a la antigua usanza e interrogar maleantes, se plantearon escribir la gran novela americana extrapolada a la pequeña pantalla con su ciudad como paradigma estadounidense, pero con un matiz. Se basarían en las formas de las novelas rusas: hasta el, por ejemplo, capítulo seis, no sabes dónde encajar el argumento. No existe el héroe de turno, o el antihéroe, a pesar de que Jimmy McNulty pueda parecerlo. Tampoco el ritmo de las persecuciones es vertiginoso: la burocracia exaspera y conseguir una orden judicial para poner una escucha va al mismo paso que en la vida real.

The Wire tiene en estos elementos su grandeza. El sistema institucional es la verdadera alambrada de la que no podemos salir, pertenezcamos al sector que sea, dentro y fuera de la ley.
Por eso el Omar Little, el único que va por libre, es el que mejor cae a los espectadores.

Rompe los tópicos de C.S.I, y confía en la inteligencia del espectador a pesar de la abrumadora avalancha de nombres, apodos y personajes en general- unos doscientos- que pueblan la serie a lo largo de las cinco temporadas. Temporadas temáticas, sí, que van desde el tráfico de drogas y las luchas por el territorio a debates sobre la legalización, la erosión de los sindicatos en el puerto marítimo, el sistema escolar- “ser profesor de secundaria es más peligroso que trabajar de policía”, afirma Ed Burns-, los tejemanejes del ayuntamiento y la privatización de los periódicos y la pérdida del alma de los mismos (eso nos suena ¿verdad?).

Os la recomiendo.

Yo voy por la 3ª temporada.

Felicidad

4 comentarios:

Larrey dijo...

Pues no me enganchó, tendré que volver a intentarlo. Me quedo con Dexter, y por su puesto Los Soprano. Sin descartar Mad Men, es una serie muy completa y compleja.

Dudu dijo...

Dichosos vosotros que podeis ver más allá de CLAN TV.

Anónimo dijo...

De eso nada, Dudu, que quien tiene el mando sobre el mando de la tele es Andrea. Así es que Miguel y yo nos vemos las series cuando no está Andrea, o cuando pillamos el mando o en el ordenador. ¡La cantidad de veces que habré visto los Teletubbies, Dumbo (¡¡¡¡la odio!!!), Hanna Montana, los magos de no sé cuántos. Menos mal que ahora se ha enganchado a Hispania.
Ah, me quedaba Harri Potter.

Anónimo dijo...

El Anónimo de antes y el de ahora es Felicidad.

Larrey, ¿de qué van Dexter y Mad Men?