Con suerte sólo necesitas salir una hora antes de casa para llegar al trabajo. Mal comes donde puedes, después de 8 horas sales del edificio y te queda la hora de vuelta a casa.
Solucionas algún problemilla hogareño, te encargas de la intendencia y un rato para jugar con la nena. Se oscurece el día, hay que prepararla el baño. Otro ratito de juego acuático. Preparamos la cena de la pequeña y de los mayores. Recogemos la casa y preparamos todo lo necesario para el día siguiente. Relajación, cuento y a dormir.
Ha llegado nuestro momento, nuestro espacio íntimo que con la escasez de fuerzas alcanza para tirarse en el sofá y al cabo de 5 minutos de resistencia doblegarse ante las fuerzas de la naturaleza y dejar que Hipnos nos acoja en sus brazos. Otra vez vuelves a necesitar de la suerte para dormir de un tirón. Me explico, en invierno abundan las noches flamencas, con el sr. tos a las voces, los sres. mocos a las guitarras y la sra. fiebre con el cajón, ¡OLÉ!
Que conste que no me quejo, que la compañía que llevo en este viaje lo dulcifica, pero es que los principios de semana perjudican seriamente la salud.
martes, 6 de marzo de 2007
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2 comentarios:
Mi madre me ha dicho pocas cosas del tipo acuérdate de esto hijo. Pero de esta me acuerdo: el día que seas padre no volverás a dormir de un tirón hasta que seas abuelo. Ahora tengo esperanza de hacerlo cuando sea abuelo. Ni mocos, ni tos, ni fiebre, mi cerebro ya no se desconecta jamás del todo y duermo en un hijo de seda.
Se pasan un porrón de años enajenados, solo pendientes de las necesidades familiares. No os olvidéis de vosotros mismos. Os pasará factura -o no-
Besos. PAQUITA
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